Las celebraciones de fin de año suelen ir acompañadas del consumo de alcohol, pero sus efectos pueden extenderse más allá de la noche y afectar el día siguiente. Náuseas, dolor de cabeza, fatiga y deshidratación son algunos de los síntomas más habituales de la resaca, una condición asociada al proceso de metabolización del alcohol en el organismo.
El consumo excesivo de alcohol genera acetaldehído, un compuesto tóxico producido cuando el cuerpo procesa el alcohol a través de la enzima alcohol-deshidrogenasa (ADH). Este proceso puede provocar trastornos gastrointestinales, deshidratación por su efecto diurético y desequilibrios de electrolitos, lo que explica la aparición de dolor de cabeza, irritabilidad y cansancio.
En este contexto, una académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello entrega recomendaciones prácticas para reducir los efectos de la resaca y facilitar la recuperación.
Antes de beber: preparar el cuerpo
Comer antes de ingerir alcohol es una de las medidas más efectivas para evitar una absorción rápida. “Lo ideal es optar por frutas y verduras ricas en agua, como tomate, apio, pepino, pimientos o sandía”, indica Rojas.
Para quienes prefieren comidas más contundentes, recomienda hummus, sándwiches de pan integral con proteína —como salmón o huevo— o licuados de hojas verdes. “Estos alimentos suelen digerirse de manera más lenta y favorecen la hidratación”, complementa.
En contraste, la nutricionista aconseja limitar el consumo de sal y cafeína, ya que ambos potencian la deshidratación asociada al alcohol. “Un café pequeño puede ser útil, pero acompañado de abundante agua para no agravar la deshidratación”, señala.
Hidratación durante y después del consumo
El alcohol tiene un efecto diurético que favorece la pérdida de líquidos, lo que puede intensificar los síntomas de la resaca. Por ello, Rojas enfatiza que “beber agua entre cada copa o trago puede prevenir en gran medida una resaca severa”.
Además del agua, sugiere alternativas que ayudan a reponer líquidos y electrolitos, como agua de coco, té verde, jugos naturales —limonada, naranjada o zumos de berries endulzados con miel— y batidos de hojas verdes con jengibre o jugo de tomate con albahaca fresca.
Qué comer al día siguiente
La recuperación requiere alimentos que aporten energía, vitaminas y minerales. Entre las opciones recomendadas están plátanos y sandía, para recuperar potasio; naranjas, ricas en vitamina C; huevos con pan integral, por su aporte de cisteína; avena o porridge; palta y frutos secos, además de espárragos, cuyas enzimas ayudan a descomponer el alcohol y proteger las células hepáticas.
Para el almuerzo, la académica señala que un plato balanceado resulta clave. “Proteínas como vacuno magro, pollo, salmón o tofu, acompañados de papas, camote o espárragos, ayudarán a reponer vitaminas B y acelerar la descomposición del alcohol”.
Según Rojas, el organismo puede tardar hasta 19 horas en eliminar completamente el alcohol tras la última ingesta. “Factores como la edad, el peso, el sexo y la cantidad y calidad de alimentos que se comen pueden afectar la rapidez con que el cuerpo puede metabolizar el alcohol, pero también influye el tipo de bebida ingerida, la cantidad consumida y el grado de alcohol de lo bebido”.
Entre las preparaciones tradicionales, destaca la sopa de ave con fideos o el consomé de huevo. “Este tipo de preparaciones rehidratan, reponen minerales y aportan cisteína, una aliada clave para combatir la resaca”, asegura la especialista.






